Vía: Blog El Nido de Gavilán
Hace más de 2 años que se implantó definitivamente la receta electrónica -RE- en Extremadura. Lo que inicialmente se vendió como un hito histórico, sin parangón en nuestro país, una suerte de marcha triunfal, ha ido poco a poco convirtiéndose en algo más parecido a una cumbia, con sus pasitos p’alante (innegables) y p’trás (incontables), o quizá más bien a un baile de torpes trastabillando sus pies al son de la música.
A los colapsos iniciales de la red (parejos a los que cotidianamente se siguen viendo en el sistema informático que sostiene la receta electrónica), hay que sumar el incremento en el gasto farmacéutico que supuso su implantación sin haber previamente instado a actualizar y depurar los listados de medicación crónica, lo que implicó un acaparamiento innecesario de medicamentos en los hogares (con el consiguiente problema de seguridad que esto puede llevar consigo).
Pero los problemas del día no salen en los periódicos. ¿Ejemplos?
- Que no se puedan incluir en la RE los colirios, jarabes y muchos medicamentos que se administran “a demanda” hace que muchos pacientes igualmente tengan que pedir cita para que se les haga periódicamente el cupón-descuento.
- Un buen día se decidió quitar de la RE un buen número de marcas comerciales, y poco a poco ha habido que cambiarlos por principios activos: al menos esta vez sí fuimos avisados por vía interna del cambio, de manera que no nos pillaba de sorpresa cuando al renovar estos fármacos en la RE el sistema nos lo impedía.
- No ocurrió lo mismo días más tarde de la decisión de retirar las 7 marcas de oro: un error de los técnicos informáticos en la programación automática de las fechas hábiles para retirar los medicamentos de la farmacia provocó que los medicamentos incluídos en las RE realizadas “de novo” entre noviembre y diciembre del año pasado se “fugaran”, como por arte de magia, de los terminales de las oficinas de farmacia. Dicho suceso provocó un aluvión de consultas en las que el usuario, que ya venía con los humos subidos de la farmacia, venía a que les quitáramos la receta electrónica. A muchos de los que le deshicimos la RE en esas fechas aún no hemos podido convencerles de que aquello fue algo coyuntural, que “ya sí que funciona”… La falta de comunicación oficial del error provocó las iras de muchos compañeros, y el desencanto de unos ciudadanos a los que la tecnología ya no fascina.
- Por si no fuera poco, otro “error” provocó que, de repente, los pañales “desaparecieran” de los listados de medicación crónica (ya sea de RE o receta tradicional). Pocos días después notificaron del problema, pero el mal ya estaba hecho. Ha habido que renovar todos y cada uno de los tratamientos absorbentes, uno por uno, con el agravante de que había que expedir nuevos informes para solicitar los visados de inspección que estos pañales precisan para poder expedir las recetas. Cuando uno comete un fallo le toca a él mismo reparar los daños: en este caso hemos vuelto a ser los médicos los que hemos tenido no sólo que dar la cara, sino también que arreglar el desaguisado. En ningún momento hemos recibido ni disculpas ni explicaciones al respecto.
Pero la cosa no queda ahí. Ahora se da un nuevo pasocambiando la receta electrónica en papel por el sistema de memorización en el chip de las nuevas tarjetas sanitarias. Se ha dado a entender que el nuevo sistema suponía la forma definitiva de prescripción, y que el papel de las recetas iba a desaparecer. Pero no se dejen engañar. Es aplicable sólo al mismo tipo de medicación -crónica- que hasta ahora con la ER, y no, a cualquier otro tipo de medicación. En pleno siglo XII seguimos aún con montañas de recetas rojas y verdes, señores…
Además, no todos los usuarios del SES disponen de la nueva tarjeta, no, o bien éstas son en ocasiones defectuosas, con lo que diariamente nos encontramos con pacientes a los que nos vemos obligados a deshacerles la receta electrónica. Algo que se podría haber perfectamente evitado si hubiesen podido mantenerse ambos métodos de prescripción hasta la definitiva y total cobertura de la nueva tarjeta sanitaria. Un nuevo paso atrás. A algunos pacientes les hemos cambiado, por este tipo de problemas extra-asistenciales, hasta en 3 o cuatro veces la receta electrónica.
Por supuesto, no todo ha sido negativo. El que ya no sea necesario ir al médico para conseguir todas las recetas del mes al menos conseguirá que el centro de salud ya no sea el gran centro social que ha sido hasta ahora. Pero de ahí a tenerresuelto el desafío cotidiano de la e-receta va un trecho.
En esto, como en otras muchas cosas, Extremadura ha sufrido muchos cortocircuitos que hen terminado chamuscando a más de uno.
(Foto: “Danger, do not touch“, de LaFruU)
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