Vía: Blog El Supositorio
El pasado mes de Abril, el IMS Insitute for Healthcare Informatics ha publicado el informe: The Use of Medicines in the United States: Review of 2010, donde se recogen las grandes estadísticas del consumo y coste del uso de los medicamentos en los EEUU.
Como bien sabemos, el sistema sanitario estadounidense y su fragmentación no tiene nada que ver con el español. El sistema de financiación de los medicamentos tampoco, por lo que establecer comparaciones directas ni es fácil ni sería correcto metodológicamente. Pero aún así, las prescripciones farmacológicas deberían tener una cierta similitud, dado que los problemas clínicos no son tan diferentes. En este primer comentario vamos a ver cómo usan los genéricos en el mercado estadounidense.
Actualmente, la prescripción de genéricos supone el 78% de todas las prescripciones y recetas estadounidenses. Sí, parece irreal, pero es así. Un 4% más que en 2009. Ya en 2006, los genéricos suponían el 63% del mercado total. El coste de los medicamentos no es ajeno al ciudadano americano. Tanto si lo paga de su bolsillo, como si es financiado por una aseguradora o el Medicaid, hay una tendencia clara a pasar a los medicamentos genéricos. Cuando un medicamento pierde su patente, el genérico de este producto copa el 80% de las prescripciones en los siguientes 6 meses. Hay una rápida sustitución de la marca por el genérico. Una de las medidas habituales de los fabricantes para mantener la prescripción de la marca como son los pequeños cambios farmacológicos (flas, etc.) no parecen funcionar mucho allí, dado que en la cuota de las marcas se incluyen estas variaciones no sujetas a genéricos. Aún así, la prescripción de marcas cae abruptamente. Las razones económicas y una aparente ausencia de «reparos» hacia los fabricantes de genéricos, parecen ser las causas de este éxito.
En España, los genéricos suponen el 26% de las prescripciones por receta del SNS y la disponibilidad de los mismos no es menor que en EEUU. Los «reparos», los bulos sobre su calidad y la falta de implicación directa de los pacientes pueden ser las razones en nuestro país. Los grandes consumidores de fármacos (la población pensionista) no observa ninguna diferencia, dado que no abona cantidad alguna. Esto, unido al intercambio continuo del fabricante del genérico por parte de la oficina de farmacia y la falta de homogeneidad en el diseño son las que provocan, en mi opinión, el menor uso de estos medicamentos. En España, donde el Estado es el gran financiador de los medicamentosno aplicamos presión sobre el consumidor (su aportación es mínima) sino al prescriptor (médico de familia de la sanidad pública, el hospitalario se sigue librando mayoritariamente) que tiene que convencer al paciente de uno en uno sobre los cambios de marca a genérico con el consiguiente empleo de energía y tiempo, cada vez más escasos en las consultas de la sanidad pública. Hay una medida implacable que provocaría el paso automático a genérico sin discusión ni esfuerzo ninguno. El día de expiración de la patente de un medicamento de marca, éste deja de ser financiado. Solo se financia el genérico que lo sustituye a un menor precio. Se acabó la discusión. ¿Por qué no se atreven?