Una de las noticias esta semana en nuestro territorio fue que por primera vez, las tres fuerzas políticas de nuestras islas, CC,PP y PSOE, se habían puesto de acuerdo para realizar una «mejora» en nuestro vademecum del Servicio Canario de la Salud.
Lo malo, es que la «mejora supuesta» nos ha puesto en la palestra de las burlas de nuestros compañeros de la península, porque en tiempos de crisis, decidir incluir una «medicina» no científica en la atención global en los pacientes no es algo para estar orgullosos.
Esta decisión, ya muchos lo sabéis, es incluir los fármacos homeopáticos en el vademecum de nuestra sanidad pública.
Ayuda a los Privados
Ésta es la única razón para incluir estos medicamentos en nuestro vademecum, ya que la medicina científica MIR enseñada en nuestro país no incluye el uso de homeopatía a ningún nivel, y además no existen estudios científicos reglados y validados que garanticen la utilidad de estos medicamentos.
Por tanto, cumpliendo los principios de hipócrates, primum non nocere, el médico del sistema público nunca recetará estos fármacos debido a que recetarlos como darles un vaso de agua es lo mismo, y por tanto, controlar una enfermedad crónica con cualquiera de estos medicamentos es imposible en el momento científico actual.
Pero, porque incluyo ayudar a los privados, por el hecho de que estos medicamentos seguirán siendo preescritos por los homeópatas privados que cobran a precio de oro sus consultas, y al igual que el médico tradicional privado, la receta médica, sea cual sea su cuantía, el paciente intenta obtenerla por el sistema público.
Ante esta situación los gestores nos indican que no debemos preescribir la medicación de privado, por el hecho fundamental que asumimos sus efectos colaterales, al igual que sucedería con los homeopáticos, pero, en el primer caso, el conocimiento científico nos permite combatir la supuesta actuación de los compañeros privados, quitándole hierro al asunto, y permitiendo derivar al paciente a nuestro terreno.
Esto nos permite que «el DIOS privado» sea menos DIOS y más terrenal, pero la magia de la receta por el homeópata, en un mundo cambiante donde la necesidad de proteger a los menores con vacunación cada vez es más difícil (remito caso de Andalucía y sarampión), está en que estos profesionales de su campo son capaces de dilatar en 30 minutos sus consultas convenciendo y preparando para rechazar los argumentos científicos, sobre todo si el paciente busca una última salida a un problema que actualmente la ciencia no le da solución.
Gasto y gasto
Aunque la base del ahorro es simple, para nuestros políticos y gestores parece no cumplirse el dicho.
En matemáticas 2+2 son siempre 4, y en cuanto ahorro el principio básico es NO gastar.
Si los gestores de fármacos de nuestra sanidad han impulsado con medidas directas e indirectas el consumo de fármacos EFG y principios activos, para dar al paciente el fármaco eficaz de menor coste, basado en el saber científico y los protocolos existentes, ¿como vamos a ahorra introduciendo nuevos fármacos en nuestro vademecum, de coste incierto?.
¿Son fármacos?¿Son medicinas?
Quizás este sea el punto más delicado en el tema de los medicamentos homeopáticos. Son muchos los autores que han publicado en periódicos locales y nacionales la estupidez de esta medida, ya que para hablar de medicamentos debería acogernos a la definición de nuestra real academia:
Sustancia que, administrada interior o exteriormente a un organismo animal, sirve para prevenir, curar o aliviar la enfermedad y corregir o reparar las secuelas de esta.
El problema es que los medicamentos homeopáticos no tienes estudios validados científicamente de su uso, ya que si existieran, serían medicamentos clásicos usados en la medicina tradicional.
Además usan el principio de que el agua es un conductor «perfecto» de propiedades farmacológicas, por tanto, la dosis habitual de la aspirina se puede disolver en 1000 partes y obtener los mismos resultados.
¿Es esto creíble? Para un médico científico, que se apoyo en el conocimiento basado en estudios y ensayos clínicos reglados, que cumplen las normativas éticas impuestas por la sociedad, basadas en el conocimiento de años y años, por supuesto que NO es nada creíble.
Pero, alguien debe haberlo creído, y por tanto confirmar que gastaremos menos ya que con una aspirina para prevenir el infarto agudo de miocardio podemos ahora tratar a 1000 pacientes.
Los comentarios son propios del autor de este blog sin tintes ni presiones sociales, políticas o religiosas.